martes, 24 de marzo de 2015

LOGROS Y METAS




Básicamente, lograr objetivos y metas tiene 2 aspectos principales que consideraremos a continuación.
Y estos tienen que ver con la facilidad y la dificultad que implican muchos de los elementos involucrados en el proceso de creación de éxito.
En palabras simples, el logro de metas y objetivos, es por un lado (o en ciertos aspectos) Muy Fácil, y por el otro Muy Difícil.
¿Cómo puede ser esto posible? Bien, es posible debido a que hablamos de contextos diferentes. Principalmente, para lograr objetivos y metas en la vida, necesitaremos 3 pasos fundamentales:
  1. Definir Claramente Nuestros Objetivos y Metas
  2. Aprovechar Nuestra Fuerza De Voluntad Y Actuar
  3. Persistir Y Perseverar Hasta Llegar Al Destino
Dichos pasos indudablemente te llevarán al logro de metas y objetivos, si los aplicas de forma juiciosa.


FACILIDAD EN LOS LOGROS Y METAS

Uno de los principales aspectos que debes considerar para que tus metas y objetivos se hagan realidad, es determinarlos con total claridad.
Y esto es fácil. Decir: “Quiero 5 mil dólares mensuales” es fácil. Pero ten en cuenta, que la definición de lo que quieres lograr, debe ser sumamente clara, sin lugar a dudas ni a malinterpretaciones.
Por otra parte, si las metas que tenemos son inspiradoras, realmente podremos aprovechar nuestra Fuerza de Voluntad y actuar al principio correctamente.



DIFICULTAD EN LOGROS Y OBJETIVOS

Pero finalmente, tendremos el problema de la desmotivación. Tendremos el fracaso tocando a nuestra puerta y haciéndose pasar como obstáculo o inconveniente. Y esto es lo que detiene a cientos de miles de personas de ser verdaderamente felices.

Cada complejidad que hayan en su camino la convierten en un motivo para detenerse eternamente. Y eso que no hemos hablado de la persistencia… la cual intrínsecamente debe ir ligada a la motivación.
No necesitas motivación para persistir, pero sí que puede ayudarte en tu camino. En conclusión, si quieres lograr tus objetivos y metas, te encontrarás con dificultades, algunas personas sólo ven lo fácil, y otras sólo ven lo difícil. Ambos enfoques están mal.
Saber que es un equilibrio entre cuestiones sencillas de llevar a cabo, y elementos complejos de cambiar dada nuestra naturaleza, es la clave para triunfar.

LA SOLIDARIDAD

Se conoce con el término de solidaridad a aquel sentimiento o también considerado por muchos un valor, a través del cual las personas se sienten y reconocen unidas y compartiendo las mismas obligaciones, intereses e ideales y conformando además uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la ética moderna.

















  • SOLIDARIDAD ENTRE INDIVIDUOS

    La primacía de la solidaridad entre individuos no resta importancia a la real necesidad
    de impulsar la solidaridad de escala social. Los problemas socio-económicos sólo pueden ser resueltos con ayuda de todas las formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre sí, de los ricos y los pobres, de los trabajadores entre sí, de los empresarios y de los empleados, solidaridad entre las naciones y entre los pueblos. La solidaridad a gran escala está íntimamente ligada con aquélla entre individuos, y en ella funda su verdadero valor.
    Aún más: la solidaridad entre personas individuales, entre seres humanos iguales, de uno a uno, debe tender necesariamente a la solidaridad de escala social. La verdadera solidaridad encuentra su mayor solaz en el crecimiento de su campo de influencia. Con esto, podemos afirmar que la solidaridad es una virtud que, si no se desarrolla, se pierde. Para la solidaridad, hay sólo dos opciones: crecer o morir.
    Pero este crecimiento en el campo de influencia de la solidaridad entraña un serio peligro, pues también puede suceder que, al ampliar los alcances de una tendencia solidaria, se pierda la intensidad de esta disposición; se difumine su fuerza; se borre poco a poco su verdadera efectividad, para convertirse en un malestar personal por los males de la sociedad; una verborrea lastimosa por las injusticias; una lágrima estéril; una hipócrita tristeza que no empuja a la acción, sino a la lástima inútil y soberbia.
    Es importante, según hemos señalado, no confundir la solidaridad con «un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, ya que todos somos verdaderamente responsables de todos». El hombre es un ser social por naturaleza, y su desarrollo está estrechamente vinculado con el desarrollo de toda la sociedad. En cierta medida, ayudar a la sociedad es ayudarse a uno mismo, puesto que el bien común es precisamente eso: común. El bien de todos es también mio.

  • SOLIDARIDAD EN LA SOCIEDAD

Tenemos que afirmar, antes que cualquier otra cosa, lo siguiente: no es conveniente observar la solidaridad entre pueblos distintos sin tener clara la dimensión humana que esto conlleva: las naciones no son entes subsistentes en sí mismos, sino que subsisten en los seres humanos que los conforman. Por eso, no hay que ignorar lo que realmente sucede. Cuando una nación es solidaria con otra nación, realmente los individuos que pertenecen a una nación están siendo solidarios con las personas que viven en otra nación.

 Para llevar a cabo la solidaridad entre las naciones, hace falta visualizar un hecho que en algunas ocasiones es difícil de aceptar: el bien de cada sociedad es el bien de todas las sociedades, así como el bien de una persona en sociedad es el bien de todos sus habitantes. Podemos observar al planeta entero como una verdadera sociedad de sociedades, en donde todos, realmente, somos responsables de todos. En una actitud de solidaridad no sólo se beneficia aquél que recibe la ayuda, sino también aquél que la da, además de toda la sociedad de sociedades.
Entendido esto, comprendemos que, de ninguna manera, la solidaridad entre naciones se opone a los sentimientos positivos de patriotismo y de cuidado de la nación propia. Las naciones también deben de aprender a desprenderse de sus bienes materiales en favor de otros, y no sólo de lo que les sobra, sino de aquello que les ha costado trabajo, porque sólo entonces podrán comprender la dimensión universal de la solidaridad, aún entre naciones que no guardan algún vínculo especial de amistad o compromiso.
«Juzgamos necesaria aquí una advertencia: (…) el amor a la propia patria, que con razón debe ser fomentado, no debe impedir, no debe ser obstáculo al precepto cristiano de la caridad universal, precepto que coloca igualmente a todos los demás y su personal prosperidad en la luz pacificadora del amor»